HANOI (VIETNAM)
ENCANTO COLONIAL FRANCÉS A
ORILLAS DEL RIO ROJO
Considerado por muchos como un apéndice de China y con más de 2600 Km de
costa, Vietnam es un escaparate de la dificultad que supone homogeneizar un
territorio con infinidad de etnias y tribus. Labor ardua que llevó al país a
sumirse en constantes guerras entre ellos mismos y que no logro pararlas ni el
colonialismo Francés ni la posterior intervención Norteamericana. En 1975 y
tras la retirada Americana del país se logro la paz después de la entrada en
Saigón de las fuerzas comunistas del norte. Desde entonces y a pesar de
autodenominarse “Republica Socialista”, el desarrollo industrial y la apertura
turística han ido aupando al país a puestos relevantes dentro de las economías Asiáticas.
Si a ello unimos sus parajes naturales,
su cultura y la hospitalidad Vietnamita, descubrimos un destino que
merece mucho la pena.
No existen vuelos directos desde España a Vietnam, por lo que se hace necesaria
una conexión, bien en Europa o en la Península Arábiga. A Hanói se llega tras
casi 17 horas de vuelo y sin engorrosos tramites administrativos en el
aeropuerto y lo primero que percibimos al salir al exterior es una
concentración de humedad que hace aflorar una exudación constante que no
desaparece durante los días de estancia. En cuanto nos adentramos por la
ciudad, que tiene más de 6 millones de habitantes, empezamos a sentir el
bullicio y ajetreo de la Capital. Muchos vehículos circulan por sus calles,
pero la palma se la llevan las motocicletas. Miles y miles de ellas sortean a los
peatones y coches, en una anárquica secuencia de trafico rodado que te envuelve
y a la que terminas por acostumbrarte y sumándote a ella. Los cruces de calles
son todo un reto, nadie se detiene en los pasos ni en los semáforos, por lo que
el truco consiste en ir cruzando despacio y las motos te esquivan con destreza.
Pero Hanói te atrapa rápidamente, gente por todas partes, infinidad de
puestos callejeros de comida donde se afanan los lugareños para deleitarse con
esas sopas de fideos (la popular y deliciosa Pho), que comen a todas horas en
las minúsculas banquetas que pueblan los espacios libres de las aceras que han
dejado las motos aparcadas en ellas, pues tanta moto es necesaria aparcarlas y
que mejor lugar que las aceras, aunque obliguen al mortal peatón a sortearlas
invadiendo la calzada. Callejear sin rumbo te hace descubrir lugares
impensables en cuanto te alejas del centro y así se empieza a apreciar la
verdadera Hanói y a sus amables gentes.
La estética Comunista inunda la ciudad, con inmensidad de banderas
Vietnamitas colocadas en todas las fachadas. Además, la propaganda y los murales
se encuentran por todas partes, dominándolo todo el color rojo y la estrella
amarilla. Parece todo una vuelta al pasado, pero la realidad no es esa, el
comunismo solo esta en las definiciones propagandísticas de la administración.
En la vida normal de las personas impera un modesto pero firme pulso
capitalista, todos los negocios son privados y permanecen vitales al comercio.
El barrio antiguo de Hanói es el epicentro histórico de la ciudad y el
lugar idóneo para alojarse y desde ahí recorrer la capital vietnamita. Es una
zona tranquila acostumbrada a trajín turístico y lo suficientemente segura, con
hoteles de diversas categorías a buen precio y con instalaciones muy
aceptables. Nosotros elegimos al Golden Lotus Luxury, muy buen hotel de
habitaciones amplias y una atención perfecta. En este barrio se encuentra el
denominado Lago de la Espada Restituida, donde dice la leyenda que se encontró
una tortuga gigante que portaba una espada con la cual se inicio la batalla
contra la invasión de los mongoles. En el interior del lago se encuentra el
Templo de Ngoc Son, al que se accede atravesando un precioso puente rojo,
llamado del Sol Naciente en recuerdo a la guerra con Estados Unidos. En el
interior del Templo se puede visionar una tortuga gigante disecada que no se
sabe si es la de la leyenda. Frente al lago, y en una calle muy comercial
localizamos la Catedral de San Jose, muy parecida a la de Notre Dame de Saigón
y a su maestra de Paris, aunque el tamaño lo dice todo.
Por las calles céntricas se agolpan tiendas de todo tipo, cada una
organizada por gremios. De esta forma encontramos calles repletas de
zapaterías, otras de maletas y mochilas, de ropas de montaña, de flores, de
especias o de remedios naturales. No olvidemos que Vietnam es el paraíso de los
productos falsificados, hay ropa, calzado, complementos, etc., de todas las
marcas del mercado a precios irrisorios, pero el resultado que den es cosa tuya.
También hay calles repletas de restaurantes locales y de bares e incluso
discotecas al más propio estilo occidental. La cerveza es exquisita y muy
barata (a menos de 1 euro), con lo que no resulta extraño volver al hotel algo
perjudicado.
Saliendo del barrio antiguo se hace indispensable una visita al Mausoleo
de Ho Chi Ming. Un inmenso complejo diseñado al estilo comunista con avenidas
amplias y edificaciones inmensas. Se termino de construir en 1975 y es un
importante centro de peregrinación de los colegiales y ciudadanos vietnamitas,
que allí acuden a observar el cadáver embalsamado del antiguo líder. En el
interior del complejo existen varias edificaciones que igualmente son
visitadas, como la denominada casa-despacho de Ho Chi Ming, el Palacio Presidencial,
el Congreso Vietnamita y un par de Ministerios. También se ubica dentro del
complejo la Pagoda del Pilar Único, pequeña construcción religiosa sustentada
en un único tronco de madera de teka (de ahí su nombre), rodeada por un precioso jardín botánico con mucha
variedad de plantas y flores.
Fuera ya de las murallas del Mausoleo, un lugar muy curioso de ver, el
Templo de la Literatura. Construido en honor a Confucio durante el Siglo IX,
dispone de varios patios comunicados entre si por medio de arcos de paso y que
durante los siglos posteriores a su construcción fue agregando edificios, donde
se ha ido preservando la cultura y tradiciones locales al paso de los siglos.
En sus primeros años fue utilizada como escuela para la instrucción de las
elites Vietnamitas.
Mención aparte merece una visita a la mítica Prisión de Hoa Lo.
Construida inicialmente por los franceses durante la ocupación, los vietnamitas
del norte la usaron para internar en ella a los pilotos norteamericanos
capturados. El lugar, denominado por los presos como “Hanói Hilton”, se ha
convertido en un museo de los horrores de la guerra y por allí pasaron un
tiempo de “estancia” entre otros, Jhon McCain o Joseph Kittinger (primer hombre
en cruzar el atlántico en globo). Los prisioneros eran sometidos a duras
sesiones de interrogatorios y muchos de ellos fueron ejecutados, a pesar de las
negativas del gobierno Vietnamita.
Pero lo que marca la idiosincrasia de Hanói, es el denominado Barrio Francés.
Bellos edificios construidos durante la colonia y que confieren un aire
parisino innegable. Hoy en día se han recuperado para instalar en ellos a la
mayor parte de las Embajadas acreditadas, a lujosa tiendas occidentales y como
no, los hoteles más renombrados, entre los que destaca el mítico Metropole, hoy
propiedad de la Cadena Sofitel. En el barrio Francés no podía faltar el
edificio de la Opera de Hanói, con una sala acristalada y fachada de estilo
colonial francés, se ha convertido en una visita obligada para los visitantes
de la Capital. Con ella se quiso poner de manifiesto el desarrollo cultural
vietnamita durante la ocupación francesa. La visita a ella se hace
indispensable.
Pero hay mucho más que visitar en Hanói. La ciudadela, rodeada de
jardines y edificaciones. El Museo de la Historia Militar de Vietnam, con
armamento diverso y vehículos utilizados contra Estados Unidos. La Pagoda de
Tran Quoc, a orillas de un bello lago. También es recomendable un espectáculo
en el Teatro Municipal de Marionetas.
Pero una visita a Hanói no puede terminar sin acercarse a pasar alguna
noche a un barco por la Bahía de Ha Long. Escenario ideal para recreaciones de
varias películas y de multitud de fotografías, es Patrimonio de Humanidad por
la Unesco. Navegar entre sus islas dentro de las embarcaciones que la surcan,
es la mejor opción para conocer esta maravilla de la naturaleza dentro del Mar
de China. Barcos silenciosos con todas las comodidades y para todos los
bolsillos, ataviados con las velas en forma de aleta típicas de Indochina pero
con motores para el rápido movimiento. Desde ellos nos es fácil acercarnos a
los asentamientos flotantes de pescadores o de cultivadores de perlas, en los
que nos podemos aprovisionar de pescado fresco para posteriormente cocinarlo en
el barco o realizar compras de de joyas, todo ello a precios bastante
asequibles. Entre los diversos asentamientos se desplazan sus habitantes en
frágiles embarcaciones de remos, por medio de las cuales mueven sus mercancías
de un lugar a otro para comerciar con ellas y cada vez más a menudo transportar
turistas para las habituales compras.
No nos faltarán motivos para visitar en norte de Vietnam, y como he
dicho anteriormente el viaje aunque largo, es sencillo de realizar. Nosotros
elegimos hacerlo con Qatar Airwais y no nos arrepentimos, con un precio muy
asequible y una corta escala en Doha llegamos a Hanói, donde empezamos a
disfrutar del mundo vietnamita. Perderse en el caos de la vieja Hanói, husmear
en las incontables tiendas de sus calles, regatear para casi todo, comer en sus
restaurantes a pie de calle, sudar por la humedad constante, pasear por una
ciudad con bella arquitectura europea, disfrutar de sus mercados y sobre todo
imbuirse de la vida de sus habitantes.
Si tuviéramos intención de movernos por todo el país, es recomendable
usar los vuelos internos de Vietnam Airlines para así ahorrar mucho tiempo en
desplazamientos, pues las carreteras, aunque muy mejoradas actualmente, siguen
siendo lentas y con trafico constante de camiones. No debe darnos reparo viajar
por libre pues es un país seguro manteniendo las normas mínimas de precaución.
Si es recomendable hacer uso de los servicios de una agencia local de viajes,
pues nos ahorrará muchos trámites y preocupaciones. Desde aquí, recomendamos
los servicios de Asiática Travel, pues son muy serios, con alta
profesionalidad, atienden en español, con guías de habla hispana y se ocupan de
todo a precios muy ventajosos.
No lo pienses mucho y aventúrate a disfrutar del mítico Vietnam.
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