POR
CUZCO Y EL VALLE SAGRADO
EL
RECORRIDO CLASICO PERUANO NUNCA ESTÁ DE MÁS
No
por ser esta zona Peruana de lo más visitado del mundo, ni por haberla
recorrido en otras ocasiones, debe dejarse pasar la ocasión de reservar unos
días para contemplar y vivir la experiencia que Cuzco ofrece. Perderse por sus
adoquinadas callejuelas sin otra intención que disfrutarla, sortear turistas,
sentir su pasado y dejar pasar el tiempo. Completarlo con la magia del cercano
Valle Sagrado y terminar con la visión de la indescriptible belleza de Machu
Pichu, es razón suficiente para volver.
Tras el intenso periplo en busca de
conocer la cultura de los Chachapoyas y dejadas atrás las 14 horas de trayecto
en bus desde Cajamarca, nos encontramos con la caótica, bulliciosa y
superpoblada Lima. Nunca dejara de sorprenderme el incesante sonido del claxon de
sus vehículos, atrapados en un atasco infinito, ni las riadas de gente
recorriendo sus calles o simplemente disfrutando de un jugo o café en cualquier
terraza. Con unos alrededores que asemejan cualquier cosa menos una ordenada
ciudad, Lima es enorme. Grandes avenidas cruzan la ciudad en todos los
sentidos, por las que diariamente circulan los millones de personas que la
pueblan.
Y allí nos encontramos nosotros a
primeras horas de la mañana al abandonar nuestro Bus. Tras tomar un taxi en el
terminal, por S. 15 nos encaminamos hasta el barrio de Miraflores, donde
habíamos pensado pasar dos días de relax hasta abordar la última parte de
nuestro viaje. Al tercer hostal que visitamos, encontramos acomodo, fue en la
llamada “Casa Wayra” (www.casawayra.com), a razón de 60
US$ nos brinda un alojamiento confortable en un lugar cómodo y seguro, algo
caro para nuestras pretensiones pero aceptamos al ser solo dos días. Pasamos
ese tiempo recorriendo el barrio, realizando alguna compra lógica, poniendo en
orden el equipaje y visitando, lógicamente, la Lima Colonial. Un bus Municipal
enlaza Miraflores con los alrededores de la Plaza de Armas, por S. 1,40 aunque,
debido al constante trafico, invierte casi una hora en llegar. Una vez allí
recorrimos sin prisas la zona, Catedral, Museo de la Inquisición, Antigua
estación de FFCC, soportales de la Plaza, etc. En una de nuestras curiosas
miradas al interior de las casas nos topamos con un increíble patio interior en
mármol, con esculturas y muchos cuadros antiguos. Resulto ser el Hotel España (www.hotelespanaperu.com.pe), muy cerca de
la Plaza de Armas y que por S. 65 la habitación, nos pareció interesantísimo,
por lo que decidimos reservar allí nuestra ultima noche tras el regreso
posterior a Lima. Un alto para reponer fuerzas en el Restaurante-Bar Cordano (www.restaurantecordano.com), junto al
Palacio Presidencial y que con un ambiente colonial y muy español, nos agradó
mucho. Y entre una cosa y otra pasaron los dos días de relax y paseos.
El día señalado, a las 14,00 horas hemos
de subirnos a otro bus, en este caso de la empresa Moviltours (www.moviltours.com.pe), que por S. 120
nos dejará tras 22 horas de interminable trayecto en la mítica ciudad de Cuzco.
Desde el terminal de bus cogimos un taxi por S. 8 hasta la Plaza de Armas y
cargando con mochilas y enseres, fuimos directamente en busca de los billetes
de tren hacia Machu Pichu, por 120 US$, conseguimos los pasajes en Inca Raíl (www.incarail.com), el trayecto de tren
más caro del mundo, mas que el tren bala de Japón y mucho más que nuestro AVE,
pero con unos servicios nulos. Eso si, es puntual. Después, nos acercamos a por
los tickets de entrada a Machu Pichu, que por S. 70 nos permite el acceso
únicamente a la Ciudadela. Con los deberes hechos por si acaso, y bajo una
incesante lluvia, nos encaminamos a la Calle Pavitos con el fin de abordar una
Combi que nos transporte hacia Ollantaytambo, que por S. 10 y tras una hora de
camino nos deja en ese bello pueblo del Valle Sagrado de los Incas. Elegimos el
Hotel Las Orquídeas (www.lasorquideasollantaytambo.com), donde nos
pedían S. 120 diarios pero tras dos amagos de retirada nos lo dejaron en la más
asumible cifra de S. 80, pero si cuela, cuela. Un paseo por el pueblo iluminado
parcialmente, cena local por S. 8 bastante deficiente, un pisco y rápido a
dormir, que el siguiente día comenzaban de nuevo nuestras andanzas.
Y llega el día señalado para acercarnos
al mítico Machu Pichu, a las 06,00 horas ya estábamos arriba pues una hora más
tarde partía de la estación de Ollantaytambo el tren que habíamos elegido para
trasladarnos hasta Aguascalientes. No pudimos desayunar nada pues aun el
comedor del hotel estaba cerrado por lo que nos tomamos un café en la estación
y a tirar hacia delante. El trayecto se hizo ameno y paso rápido, pues los
paisajes son espectaculares acompañando el trayecto del caudaloso rio Vilnacota
desde el tren. Una vez en nuestro destino hay que elegir, o subir andando hasta
Machu Pichu por sendero escalonado constantemente durante unos 90 minutos o
gastarse 12 US$ que cuesta el Bus para acceder a la ciudadela en unos 20
minutos. Otro atraco más que han de sufrir los viajeros. Adquirimos los
consabidos plátanos en un súper cercano y hacia arriba. Accedemos a las 10,30
horas y la maravilla se nos muestra inmejorable, la ciudadela esta como la
ultima vez que tuve ocasión de verla. Lo primero que hicimos es acercarnos a
observar el Puente del inca tras una ligera caminata de unos 20 minutos. Ya de
regreso invertimos unas tres horas en pasear por todos los rincones, el suelo
esta verde y precioso y las nubes que surcan el cielo no son bajas, por lo que
la visión no resulta entorpecida en ningún momento. Fotos en muchos de sus
rincones y ruinas más emblemáticas, escudriñando los detalles de las
construcciones y de las terrazas anexas para los cultivos. Ya plenamente
satisfechos de lo visto y vivido salimos hacia los accesos, donde tras dar
buena cuenta de los magníficos y sabrosos plátanos, iniciamos el descenso hacia
Aguascalientes por el sendero. Pasó poco más de 1 hora hasta que nos sentamos a
tomar una deliciosa y algo cara cerveza (S. 12) en un local céntrico,
comentando la experiencia, mientras hacíamos tiempo para la salida del tren de
regreso. Conversamos también con una pareja de jóvenes Suecos que habían
llegado procedentes de Brasil y Bolivia con no muy buenos recuerdos de lo
vivido por allí. Durante el trayecto en tren igualmente comentamos nuestras
andanzas con un matrimonio Colombiano que habían venido desde Bogotá en coche y
volvían ya después de un recorrido por Bolivia esperando recorrer Perú de sur a
norte antes de adentrarse en Ecuador y regresar a su país. Llegados de nuevo a Ollanta,
ducha y paseo por el pueblo hasta que decidimos tomarnos unos tragos en un
bonito local, cenamos pizza (que me supo a gloria), departimos sobre lo visto y
a dormir.
El siguiente día nos levantamos sin
prisa, íbamos a pasar el día en Ollanta, desayunamos en el hotel y tras
holgazanear un rato nos encaminamos hacia los restos arqueológico de Ollantaytambo.
Esta todo estudiado para que adquieras una entrada conjunta para un mínimo de
cuatro ruinas (S. 70) durante 2 días, no hay entradas a unos restos de forma
individual, ni folletos explicativos de la visita, pues todo esta orientado a
que contrates un guía. Otra vuelta de tuerca para exprimirte más, por lo que es
necesario viajar acompañado de una buena guía de la zona. Invertimos más de 2
horas en visitar todo el complejo, con parsimonia y observando todos los
detalles, subiendo a todas las altura posibles para observar las construcciones
adosadas a los cortantes de las montañas. Tras dejar los restos, atravesamos al
otro lado del pueblo donde se inicia otro camino montañoso hacia unas
construcciones semejantes a las ya vistas, pero estas gratis. Curiosamente
había un guía ofreciendo sus servicios. Anduvimos después de comer algo,
paseando y viendo las intrincadas callejuelas del pueblo, perfectamente
adoquinadas y que parten de la Plaza de Armas, en una de las cuales encontramos
el Hostal Apu Lodge en un bello enclave casi al final del pueblo, y que por S.
190 nos ofrecía alojamiento. Una pasada. Y de paseo en paseo llegó la hora de
volver a tomar unos tragos para hacer tiempo hasta la cena.
El nuevo día lo invertimos en recorrer
los restos arqueológicos que iban incluidos en el paquete turístico que nos
vimos obligados a comprar. Por S. 5 abordamos una combi que nos dejo en el desvío
a la localidad de Maras, donde cogimos un colectivo por S. 50 que nos acompaño
durante el recorrido por las Salinas que allí se encuentran. Un lugar muy
curioso pues se nutren del agua caliente y salada que mana de un acuífero. Mas
tarde, de nuevo el colectivo nos trasladó hasta el cercano Moray, donde
encontramos una especie de anfiteatros circulares, que parecían plazas de
toros, pero que en realidad forman parte de experimentos de investigación
agrícola por parte de los incas, pues su disposición en andenes, produce
variaciones climáticas que incidían en los cultivos. Ya de nuevo en la
carretera, abordamos otra combi que por S. 1,5 nos acerca a la ciudad de
Chinchero, donde una iglesia con una apariencia exterior normal, se transforma
en su interior en una de las Iglesias Coloniales más importantes, pues alberga
una gran cantidad de pintura en sus muros y un altar barroco. Se ubica en la
Plaza de Armas y se construyo sobre los restos de un templo Inca, del que aun
se conserva un enorme muro con nichos trapezoidales, asentado todo sobre unas
grandes terrazas. De nuevo otra combi por S. 3 nos traslada de Urubamba y desde
allí otra hasta la cervecera existente en el cruce con el camino a Pachar,
donde iniciamos una caminata durante 3 km para observar lo que nos comentaron
que parecía un altar Inca, y que resulto ser la llamada “Naupa Iglesia”.
Dispone de una mala indicación, por lo que nos pasamos 2 km de más por un
camino en obras y embarrado por la lluvia, y que encontramos tras volver sobre
nuestros pasos. Es una especie de templo ubicado en una gruta precedida por
terrazas y al que acude la gente a depositar ofrendas, dispone de una especie
de trono esculpido en roca y que resulto volado con dinamita, por si tenía oro
en su interior. Regresamos a la carretera a esperar otra combi que nos devuelva
a Oyantaytambo y repetir la secuencia vespertina de los días anteriores.
Y llegó la hora de dejar el Valle Sagrado
para instalarnos en Cusco, a la que llegamos tras 1 hora de colectivo por S. 15
y que en el camino va soltando y cogiendo nuevos usuarios constantemente. Ya
divisamos Cusco cuando empezamos a circular por sus desordenados y sórdidos arrabales,
poblados de perros rebuscando en la basura que inunda la carretera. El
crecimiento de la ciudad hacia los cerros que la circundan es de todo menos
saludable y parece una pesadilla lo que rodea a la antigua capital del
virreinato. Logramos alojamiento en la misma Plaza de Armas, en la Posada del
Corregidor (www.pirwahostelscusco.com) por 40 US$ al día
e incluye desayuno en uno de los restaurantes con balcones a la Plaza. Las
mañanas mientras tomas el café matinal se convierten en una visión perfecta del
despertar de la Plaza y del trasiego de sus gentes a través de las calles en
las que parece haberse detenido el tiempo. Un conjunto arquitectónico con
ingentes cantidades de Iglesias y monumentos, en la que es la ciudad más
antigua de América. Pasamos los próximos dos días recorriendo todos sus
rincones, la Catedral, que data de 1559 con tres naves, dos capillas laterales
de estilo gótico y un altar mayor forrado en plata. La Iglesia de la Compañía
de Jesús, con la fachada más bella que existe en la ciudad. La iglesia de Santo
Domingo, edificada sobre un antiguo templo Inca y que todo el mundo conoce como
Qorikancha. Imponente. Pero en Cusco hay más, mucho más, la Iglesia de San Cristóbal,
que domina toda la ciudad, la de San Blas, la de San Francisco, el Museo
Diocesano, el Convento de Santa Teresa, etc., todo una bendición para los
amantes de las Iglesias. Además, es imprescindible visitar el laberintico
barrio de San Blas, con sus callejuelas adoquinadas y empinadas pobladas de
tiendas de artesanía. No dejar de visitar el mercado de San Pablo, frente a la
antigua estación de tren, un lugar indescriptible, pues se compra y vende de
todo, además de ofrecer la posibilidad de comer en su interior, pues decenas de
restaurantes con comida local en él se ubican (y ponen a prueba nuestro
olfato). En cusco, todo está impregnado de historia colonial y atestado de
turistas norteamericanos por doquier, mujeres ataviadas con trajes típicos
acompañadas de alpacas y ovejas ofreciendo sus poses a los fotógrafos a cambio
de pocos soles. También dispone Cusco de un ingente capacidad hotelera, desde
hostales para mochileros (los hay por todos lados) hasta hoteles de gran
categoría (excelentes el Marriot o el Novotel). Todo está dispuesto para el
solaz y el recreo del turista, incluso bares de copas con música altísima hasta
la madrugada.
Pero hemos de regresar, el día convenido
partimos de nuevo de nuevo en bus hasta Lima a la que llegamos tras otras 22
horas de carretera, atravesando de nuevo las increíbles alturas de los verdes
andes hasta llegar a la destartalada Nazca, donde la desértica y horrible zona
junto al Pacifico nos acompañara hasta la capital. Allí llegamos a primera hora
de la tarde para pasar nuestra última noche peruana en el Hotel España y comer
nuestro último ceviche en el restaurante Punto Azul de Miraflores (www.puntoazulrestaurante.com), antes de
dirigirnos al Aeropuerto para tomar el vuelo de vuelta a España.
Perú es un enorme crisol de paisajes
interminables y con pintorescos personajes muy diferentes, dependiendo si
pertenecen al norte o al sur. Mucha basura se acumula en calles y carreteras a
pesar de los continuos carteles demandando civismo, enfangándose todo en cuanto
la lluvia aparece. Ese es el talón de Aquiles de Perú, hacer caso omiso a la
preservación de un bien natural que poseen en todas sus variantes, y convertir
todo el encanto y la herencia recibida por todos sus ancestros a lo largo de la
historia, en un suculento sacacuartos. Como ya dije anteriormente, todo está
pensado para esquilmar al visitante, empezando por el tren a Machu Pichu, con
unos precios que deberían sonrojar a los dirigentes, y que no es más que un
simple cercanías europeo, hostales a precio de cinco estrellas cuando no llegan
ni siquiera a una, trayecto en microbús hacia Machu de unos veinte minutos y
que cuesta 24 US$ ida y vuelta, pero tienen la excusa de que esto son lentejas.
Incluso en el aeropuerto, los precios son abusivos. No estaría de más que se
extendiera la forma barata de acercarse a la ciudadela, desde Ollanta en vehículo
hasta Santa Maria y Santa Teresa, para luego caminando sobre las vías del tren
llegar hasta la hidroeléctrica y Aguas Calientes en unas pocas horas, pero
darse prisa, que en cualquier momento las autoridades cobrarán por hacerlo así,
como a ocurrido con el camino Inca.
Por el contrario, es de alabar su sistema
de transporte por todo el país, a pesar de su red de carreteras. Multitud de
empresas de autobuses conectan prácticamente todas las ciudades, haciendo
posible el constante flujo de personas entre ellas con una gran fiabilidad
horaria, de seguridad y comodidad. Comer no resulta caro, siempre y cuando nos
aclimatemos a la alimentación común de sus habitantes, que resulta muy sabrosa
aunque no muy variada. Sus gentes resultan agradables en el trato aunque algo
parcas en palabras, y utilizan algunos vocablos que por aquí hace mucho que
dejamos de oírlos, lo cual se agradece. Siempre hay que regatear para todo,
comidas, bebidas o cualquier cosa, incluso precios de hostales o cervezas. Todo
es acostumbrarse.
Recientemente se ha encontrado otra
antigua ciudad Inca cerca de la población de Abancay, Choquekirao, con una gran
semejanza arquitectónica con Machu Pichu, a la que se accede por caminos
peatonales desde Cachora y no dispone de alojamientos en el camino aunque si
bonitas zonas de acampada sin “servicios esenciales”. La duración de la
caminata es de unos cuatro días y actualmente hay empresas turísticas (en
Cusco) que ayudan en la realización de la visita.
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