ALBANIA
La
joya natural del adriático pide paso
Albania es un destino turístico que ofrece mucho más de lo que se espera. Con una rica cultura forjada a lo largo de la historia, adornada por una costa en el Adriático de gran belleza y coronada por una naturaleza impresionante, se convierte en un destino ideal para quien busca cosas diferentes y que ya no se encuentran en otros países de la vieja Europa. Y sobre todo, a precios aun muy asequibles.
Sus antiguas ruinas, la multitud de castillos medievales y sus históricas ciudades, son el reflejo de la enorme historia que atesora. Como reflejo de ello, hay que destacar la antigua ciudad de Berat, o la ciudad de las mil ventanas, como se la denomina, con una impresionante arquitectura otomana. Tampoco hay que dejar de lado la visita obligada a Gjirokastra, hermosa ciudad medieval declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Para los amantes de las playas, Albania es un autentico paraíso, las hay para todos los gustos. Desde las aguas turquesas de Ksamil con sus pequeñas islas, hasta la de Dhermi, rodeada de montañas y de aguas cristalinas. Si a todo ello le sumamos el sol y el cálido clima durante casi todo el año, se convierte en el destino ideal para el disfrute estival.
Y qué decir de los que buscan el contacto con la naturaleza. Desde los llamados Alpes Dináricos, que se extienden por Albania, Montenegro, Bosnia, Serbia y Eslovenia, hasta los lagos glaciares de las montañas Pindus, o el impresionante cañón de Osumi. Cualquiera de sus lugares hará las delicias de aventureros o simplemente de caminantes.
Un buen comienzo del periplo albanes, seria la ciudad de Shkoder. Se sitúa al norte de Tirana, a orillas del Lago Shkoder y casi en la frontera con Montenegro. Esta ciudad debería ser el punto fijado y desde ella hacer pequeñas incursiones a las montañas cercanas.
El Parque Nacional de Theth es un destino impresionante para los amantes de la naturaleza y la aventura. Hay mucho que explorar y disfrutar. Como ejemplo, el Cañón de las Grunas, con vistas impresionantes de las montañas. El Pico Radohima, el más alto del parque y con unas vistas majestuosas, que lo convierten en un imponente desafío para excursionistas experimentados. El Mirador de Valbona, con vistas excelentes sobre el valle del mismo nombre. Y si se quiere relajación, las aldeas ubicadas dentro del parque, donde experimentar la vida rural albanesa con sus preciosas casas de piedra.
El Lago Koman merece ser visitado para los amantes de los viajes en barco, y se ha desarrollado a partir de las obras propias para embalsar agua para una hidroeléctrica. Desde allí parten los viajes fluviales a través del embalse y que terminan en el valle de Valbona. Delicioso el recorrido. Una sola pega, llegar hasta el embarcadero se hace eterno por la difícil y mal conservada carretera, pero merece la pena el esfuerzo.
Pero la ciudad de Shkoder también merece ser visitada, ubicada a orillas del rio Buna dispone de una rica historia y cultura. Imprescindible es la visita al Castillo de Rozafa, fortaleza medieval ubicada en la cima de una colina desde la que se divisan vistas impresionantes de la ciudad. El centro histórico lo conforma un laberinto de calles peatonales empedradas, con plazas y antiguos edificios, como la catedral de San Esteban y el teatro Migiene, todos ellos salpicados por las numerosas terrazas de bares y restaurantes. La mezquita de Ebu Beker, en el mismo centro de la ciudad, con una cúpula dorada y de impresionante arquitectura. No irse de la ciudad sin visitar el Museo Histórico de Shkoder, dedicado a la historia de la ciudad y el Museo del Testimonio y la Memoria, centro dedicado al recuerdo de las víctimas de la dictadura comunista de Enver Hoxha.
Un buen lugar para alojarse en Shkoder, es el Nord Hotel Boutique, con muy buena ubicación a pocos minutos del centro y con unas perfectas habitaciones, sin olvidar el precio ni la atención excelente de su personal. Un acierto.
Para cuando ya hayamos acabado con las visitas de aventura y naturaleza en el norte del país, unos días de relax en la Riviera Albanesa siempre se agradecen. Un punto intermedio en el que quedarse y desde ahí realizar visitas esporádicas, pudiera ser Vlore. Hermosa ciudad costera y destino turístico durante todo el año, dispone de varias playas hermosas y muy populares donde relajarse, o mientras se disfruta de la gastronomía en la multitud de bares y restaurantes de su paseo marítimo. También muy cerca de Vlore podremos visitar el Castillo de Kanina, el Parque Nacional de Llogara y las ruinas romanas de Apolonia, estas últimas no deben dejar de visitarse.
Cuando des por finalizado el relax playero, se ha de emprender camino hacia Gjirokastra, en el sur de Albania y cerca de la frontera con Grecia, con una rica historia cultural y también con excelente arquitectura otomana. Imprescindible es su castillo de la época bizantina y que domina toda la ciudad desde lo alto de la colina, y que alberga un completo museo etnográfico dentro de sus muros. Dispone también la ciudad de una gran mezquita que data del siglo XVI y la casa natal de Ismail Kadare, famoso escritor albanes. Recorrer su ciudad vieja es una delicia, pues alberga casas tradicionales y mezquitas diversas dentro de sus empedradas calles, que la convierten en un gran bazar para el visitante. Desde allí hay que aprovechas para visitar la cercana ciudad de Sarande y no perderse las fabulosas ruinas romanas de Butrinto.
Y como el tiempo disponible para el viaje ya se va reduciendo, es hora de encaminarse hacia el norte del país. Paso y parada obligada ha de hacerse en Berat, la Ciudad de las Mil Ventanas, nombre que se le atribuye debido a sus preciosas casas blancas con ventanas de madera, y que le hacer ser uno de los principales atractivos junto con la ciudadela de Berat, dominando la ciudad desde lo alto de la colina anexa con unas vistas magnificas sobre el rio Osum. Allí dentro, se ubica un agradable museo de iconos religiosos, el Museo Nacional de Onufri. No ha dejarse de visitar el Barrio Gorica, con edificios de estilo Otomano y estrechas calles, la Iglesia Ortodoxa de Santa María de Blanquerna y el puente de Gorica, de construcción Otomana y que comunica los barrios de Gorica y Mangalem.
Ya de camino más al norte, sería aconsejable pasar de largo Tirana y dejar la capital para el final, para encaminarnos hacia Kruje, donde se ubica una impresionante fortaleza y ciudad con importante historia cultural. El Castillo de Skanderberg es el principal atractivo y desde allí ofrece bellas vistas sobre los alrededores. Allí dentro se ubica el Museo Nacional Gjergi Kastrioti, dedicado a la lucha contra los otomanos. Abandonando ya el castillo, merece ser visitada la Mezquita de Sinan Pasha, construida en el siglo XV y que cuenta con una impresionante cúpula y esbelto minarete. No nos pasara desapercibido el Bazar de Kruje, antiguo mercado que data del siglo XV y que hoy se encuentra transformado en variedad de tiendas de artesanía tradicional, lo que la convierte en perfecto lugar para la compra de recuerdos.
Y al final, todo termina en la capital de Albania, Tirana. Una ciudad fascinante y llena de energía, donde se ubican gran cantidad de museos, galerías de arte, mercados y restaurantes. Su centro, está perfectamente dominado por la grandiosidad de la Plaza Skanderberg, corazón de la ciudad y punto de partida para comenzar su exploración. Allí se encuentra la estatua ecuestre dedicada al héroe nacional, rodeada por el Museo Nacional de Historia y la Opera Nacional. Los nuevos y altos edificios en construcción a su alrededor, nos recuerdan el afán de modernidad que impulsa a los actuales mandatarios del país. En su proximidad también, encontramos la Mezquita de Et Hem Bay, construida en el siglo XVIII con hermosos frescos interiores. El Museo Nacional de Historia, que abarca desde la prehistoria hasta la época de la dictadura comunista, con fotografías y documentos históricos. Muy recomendable también es callejear por el Blloku, antiguo barrio residencial exclusivo para los líderes comunistas albaneses, y que hoy se ha convertido en un área popular de vida nocturna, con tiendas y restaurantes a la última tendencia. Y para pasear con tranquilidad, el Bulevar Deshmoret e Kombit, que atraviesa el centro de Tirana, con tiendas, restaurantes, cafeterías y parques. Todo ello nos da una idea del gran salto experimentado hacia adelante, por esta mítica y aun desconocida ciudad.
Resumiendo. Albania posee una rica y compleja historia que se remonta a la antigüedad, influenciada por bizantinos, romanos y otomanos, y que deja huella perenne en sus construcciones, tradiciones y cultura. Dispone de una belleza natural impresionante, donde se conjugan las bellas playas de la Riviera Albanesa hasta las enormes montañas de los Alpes Albaneses, con una ingente cantidad de lagos, ríos y reservas naturales. Los albaneses son reconocidos por su inmensa hospitalidad hacia el visitante, a los que suelen recibir con los brazos abiertos y compartir con ellos su cultura y tradiciones. La mayoría de habitantes son de religión musulmana con una presencia muy significativa de cristianos ortodoxos y católicos, por lo que cabe reseñar la pacífica convivencia entre esas comunidades religiosas. La gastronomía es variada y muy apetitosa, con influencias claras de las vecinas Grecia e Italia, amén de una pequeña producción de vino y de un licor llamado Raki. Como el turismo ha ido creciendo mucho en los últimos años, se ha desarrollado enormemente la capacidad hotelera, de restauración y la infraestructura viaria, aunque esta última esta aun por crecer en las zonas rurales, haciendo enormemente largos y lentos los trayectos, cosa que requiere algo de adaptabilidad. Como referencia, solo existen semáforos en Tirana, el resto del país carece de ellos, lo que hace algo complicado el movimiento en vehículo en zonas concretas del país. No es un país inseguro tomando las precauciones normales.
Por todo ello, hemos de apuntarla y tenerla muy en cuenta para visitar, antes de que los precios suban y pierda esa posición de ventaja respecto a otros destinos balcánicos.