SIERRA
NORTE DE GUADALAJARA
La España en
blanco y negro
Durante
los días 4 y 5 de abril de 2019, y como resultado de la invitación formulada
por CEOE y CEPYME, La Federación Provincial de Turismo de Guadalajara y la
Diputación Provincial de Guadalajara, diversos representantes de medios de
comunicación tuvimos la ocasión visitar la Sierra Norte de la provincia, donde
se pudo apreciar que esa gran zona desconocida, reúne todos los ingredientes
necesarios para auparse a puestos destacados en la recepción de visitantes,
dentro de los territorios de la España interior para los amantes de la
naturaleza.
El
rincón más al norte de Castilla la Mancha y limitando con Soria, Segovia y
Madrid, es una de esas zonas interiores de la España desconocida. Alejada de
los principales ejes de unión entre capitales y aislada entre montañas, se
llega a ella tras recorrer carreteras secundarias y básicas pero que consiguieron
dejar atrás los siglos de aislamiento que su orografía le confiere.
La
puerta de acceso a la Sierra Norte, se puede marcar en la localidad de
Cogolludo. Hacer un alto allí nos deparará alguna sorpresa, pues no se espera
encontrar en la vega del rio Henares, un enorme y elegante Palacio Ducal,
construido en estilo renacentista por los Medinaceli en el Siglo XV. Se
localiza en la parte frontal de la bella y austera Plaza Mayor del pueblo,
parcialmente porticada, y desde donde se aprecian, en lo alto de la loma, los
restos del Castillo medieval. Tampoco deberíamos dejar pasar por alto una
visita a la Iglesia de Santa María, en la parte alta de la localidad.
Al
poco de salir de Cogolludo y tomando dirección al norte de la provincia, no
estaría de más hacer un alto en la Bodega “Finca Rio Negro”. Una moderna
instalación rodeada por 42 hectáreas de viñedos, con la particularidad de ser
los situados a más altura de España (superior a 1000 metros) y que dan una
producción anual de 200.000 botellas, de las que casi un tercio se dedican a la
exportación.
Definitivamente,
hemos de encaminarnos hacia el norte hasta casi encontrarnos con los límites de
la provincia de Soria. Allí, a la falda sur de la Sierra de Pela, se localiza
Campisabalos, el pueblo con el aire más puro de España y el tercero del mundo,
y localidad con muchas connotaciones históricas que podremos recordar acudiendo
al Centro de Interpretación “El Mensario”, donde se hace un repaso de las
etapas románicas, visigodas y posteriormente musulmanas, vividas por la
localidad. Ya dentro del pueblo, y haciendo de eje sobre el cual creció el
mismo, se ubica una coqueta y pequeña Iglesia Románica del siglo XII, la de San
Bartolomé, en cuyo muro se aprecia un Mensario esculpido, con un calendario
agrícola.
Imprescindible
después, acercarse a la localidad de Cantalojas, puerta de acceso al Parque
Natural de la Sierra Norte, donde podremos deleitarnos con el Hayedo de Tejera
Negra, el más meridional de los hayedos de Europa y que podremos recorrer por
cualquiera de las rutas de senderismo, que dentro de él se encuentran perfectamente
indicadas. En el acceso al parque disponemos de un Centro de Interpretación, en
el que averiguar todo lo que ofrece la zona.
Una
vez hayamos vivido el hayedo en todas sus facetas, se hace imprescindible
adentrarnos en ese trozo de territorio alcarreño que con razón se denomina “de
la arquitectura negra”. Saliendo de Cantalojas y sin perder de vista el mítico
Pico del Ocejon, tras atravesar bonitas montañas pobladas de pinares, la
carretera de retuerce sobre las lomas que marcan el curso del rio Sorbe hasta
depositarnos en Valverde de los Arroyos.
Es
esta una localidad de belleza sin igual. Acoplada a las montañas que la rodean
y con calles empedradas y casas de piedra y pizarra (negra, por supuesto) reconstruidas
perfectamente, se asemeja a un lugar por el que el tiempo no pasa. En días de
invierno sus habitantes pasan con poco de la veintena y llegan hasta 60 en
festivos. Si dispone de correctos alojamientos y lugares de restauración, con
lo que es el lugar ideal para parar allí y solo dedicarse a disfrutar de los
paisajes y los paseos por el monte. No dejar pasar la ocasión de visitar “la
chorrera de despeñalagua”, una cascada situada a no más de 40 minutos a pie del
pueblo y que es emblema natural de la zona.
Si
dirigimos nuestra ruta al sur, tras unos kilómetros de densos pinares, se ha de
tomar el desvío de la comarcal GU-186 que nos encamina hasta Campillejo,
pequeño pueblo en el que no se vislumbraba nadie por sus calles, pero que
merece una visita aunque sea únicamente por contemplar la muy pequeña Iglesia
Parroquial, construida toda en pizarra y que constituye un claro ejemplo de la
singularidad de las construcciones de la comarca. Al igual que en Valverde, el
resto de construcciones de la localidad, se realizan y reconstruyen en piedra negra.
Pero
quizás el pueblo más famoso y con más actividad diaria es Campillo de Ranas. No
hace falta describir la belleza de las construcciones que en él se encuentran.
Solo se permite la construcción y reformas con piedra y pizarra negras, y el
resultado es esplendido. El pueblo, y gracias a su actual Alcalde, Francisco
Maroto, se ha convertido en icono mundial de bodas y celebraciones diversas, lo
que ha posibilitado que florezcan los negocios de hostelería y alojamientos,
convirtiéndose así en un lugar que mantiene muchos puestos de trabajo para los
habitantes de la zona. De esta forma, la despoblación aquí está mucho más
atenuada que en localidades colindantes.
La
siguiente parada ha de hacerse en Majaelrayo, pueblo muy conocido hace unos
años gracias a uno de sus habitantes, Jesús, que saltó a la fama gracias a un
anuncio de coches en televisión. Con todo ello, el pueblo se mantiene
dignamente ordenado y limpio, con la belleza de las construcciones de la zona
perfectamente similares y con oferta de restauración para los días festivos. El
empeño y el trabajo de su joven Alcaldesa, Sonia Atienza, da sus frutos. En el
humilde salón de actos de su ayuntamiento, decoran las paredes muchas fotos de
sus habitantes y estampas de la vida cotidiana del pueblo. Merece mucho pasar
allí un rato.
Y
si ya es hora de iniciar el camino de regreso, antes hemos de hacer una parada
en la Ciudad Encantada de Tamajón. Una serie de formaciones rocosas, que
erosionadas por el viento y por el agua, conforman siluetas abstractas y el
ocasiones fantasmagóricas. Se localiza a poco más de un kilometro de Tamajón y
junto a la Ermita de Los Enebrales. Este templo se encuentra junto a la carretera
y en medio del campo, pero con unas dimensiones más que considerables, para las
existentes en la zona. De estilo románico, se construyo allá por el siglo XVI.
El
pequeño recorrido ya termina. Tamajón marca la puerta de salida de la comarca
de la Arquitectura negra y nos encamina rápido hasta Cogolludo. Antes, un
vistazo rápido a Tamajón nos muestra una localidad algo más grande que las
anteriores, pero que carece de algún tipo de industria y sus 123 habitantes
actuales dependen del turismo de la zona como fuente de ingresos. Aun así, su
alcalde, Eugenio Esteban, y el resto de la corporación hacen encajes de
bolillos para mantener al pueblo en las debidas condiciones, lo cual consiguen
sobradamente, e incluso disponen de Residencia de Ancianos en la localidad,
para los habitantes de la zona que lo necesiten.
Aunque
el recorrido relatado pueda parecer corto y realizable en poco tiempo, las
sorpresas naturales encontradas en los alrededores del Pico Ocejón, recomiendan
tomárselo con calma y procurar alojarse en alguno de los establecimientos
disponibles. No existen muchos, pero en Campisabalos, Valverde de los Arroyos y
sobre todo en Campillo de las Ranas, encontraremos variedad de ellos. Las
carreteras se encuentran en estado aceptable, aunque en invierno y al ser zona
de frecuentes nevadas, conviene extremar la prudencia.
De
esta forma, se evidencia el estilo de vida de sus habitantes y lo complicado
que nos seria adecuarnos a ello. Esa España despoblada, aunque pocos, también
dispone de niños, y el esfuerzo que han de hacer ellos y sus padres para
escolarizarlos es digno de recordar. Escuelas cerradas que obligan a trayectos
largos y continuos. Falta de comercios para el día a día. Asistencia médica
escasa y alejada también. Telecomunicaciones deficientes, con cobertura móvil
muy precaria. En resumen, no disponen de una vida fácil pero desprenden
amabilidad y buen hacer.
Y
no olvidarse de apreciar sus maravillas culinarias.