jueves, 4 de octubre de 2018

China. El gigante ya despertó


Allá por la década de los 70, el escritor Francés Alain Pevrefitte puso en circulación un libro titulado “Cuando China Despierte”. El titulo, parafraseando lo anunciado por Napoleón de que “cuando china despierte, el mundo temblará”, se ha convertido en una aplastante realidad. Aupados por la ingente masa de población y después de haber uniformado el país durante los años del Maoísmo, el poderío económico Chino, acompañado de una eficaz influencia política internacional, ha llegado a todos los rincones del mundo.


Atrás han quedado los tiempos en que se intervenía en todos los ámbitos económicos de los ciudadanos, o se mantenían contenciosos territoriales con los países vecinos. A día de hoy, y aunque oficialmente continua la denominación de “sistema comunista”, en la práctica nada tiene que ver con los estrictos dogmas que ese sistema representa. En boca de ellos, la expresión Un País dos Sistemas, lo que indica es que a pesar del nombre, los chinos viven mucho mejor bajo el paraguas del capitalismo. Quizás tantos años de disciplina férrea en todas las facetas de la vida, han ayudado a esa expansión económica, un tanto desordenada, pero que resulta muy eficaz para la elevación del nivel de vida de sus habitantes.


Poco queda ya de esos recuerdos de niño, en los que la televisión de entonces mostraba imágenes de un país en el que todo el mundo vestía igual y se movía en bicicleta. Hoy en día, los atascos de circulación en sus ciudades son espantosos, con autopistas repletas de vehículos nuevos y de marcas mundialmente reconocidas. Ciudades enormes proyectadas en altura con rascacielos que albergan empresas punteras de todo el mundo. La moda china está introducida en todos los países occidentales, donde causa estragos económicos debido a su bajo coste y muy aceptable calidad.


La visión perfecta de lo reseñado, la encontramos en Shanghái. Hoy en día se ha convertido en la puerta de entrada a China, pues allí se ubican los centros de negocio de las empresas extranjeras y de las del país que se quieren proyectar internacionalmente. Se dice que alberga a casi 33 millones de habitantes y se ubica en la desembocadura del rio Yangtsé. Con una superficie de más de 6.000 km², es la capital económica del país y sus modernas construcciones han hecho olvidar las antiguas edificaciones locales. El denominado Malecón, en el barrio de Bund y a orillas del rio Huangpu, es el lugar preferido de sus habitantes para pasear con la fantástica visión del Skayline de Shanghái, que no envidia en nada a los más famosos de Nueva york o Chicago. Todo un hito de construcciones modernas en el barrio de Pudong con enormes edificios, como la torre de Shanghái, de más de 600 metros de altura y con un mirador visitable en su zona alta. Las vistas a la ciudad desde allí son espectaculares y nos permite hacernos una idea de la magnitud de la ciudad.


Pero, por supuesto, Shanghái tiene mucho más. La ciudad antigua de Qibao, reconstrucción de viejas edificaciones y donde se ubican todo tipo de tiendas y mercados originales chinos. El Museo de Shanghái, dedicado al antiguo arte chino y los de Historia Natural o el del Arte. El parque de Lu Xun, Los templos del Buda de Jade y el de Jing an. La torre de la Perla Oriental, dedicada a comunicaciones y ubicada en pleno barrio de negocios de Pudong. Y como no, compras. En la calle de Nanjing encontraras de todo lo que se puede conseguir. Grandes y occidentalizados centros comerciales y marcas de moda en una larga calle peatonal, que tardarás en recorrer. En los callejones adyacentes encontrarás multitud de comercios pequeños con todo tipo de artículos y en los que el arte del regateo sigue vigente. Es sin duda lo mejor de la zona.


Pero si queremos dejar Shanghái y adentrarnos en ciudades “menos” tumultuosas, hemos de coger un avión que nos acerque a Chongqing. Data su antigüedad desde hace 3000 años y dispone “solo” de 24 millones de habitantes, pero es igual de complicada. Allí, se puede disfrutar del Zoológico del Oso Panda, con esos bellos animales que buscan sombra mientras comen bambú. El casco antiguo de Ciqikou, junto al rio Jia Ling, con templos, puestos de comida y casas de té hoy convertidos en atracción turística, es donde se agolpan los ciudadanos en busca de relax y diversión. Pero visitar esta ciudad tiene otra motivación, es de aquí de donde parten los cruceros que recorren el mítico rio Yangtsé.


El embarque se realiza a primera hora de la tarde, con lo cual habrá tiempo suficiente para acomodarse, conocer el barco y cenar algo antes de que comience el movimiento de la nave. Esto ocurre al anochecer y es desde el rio en el que comienza una visión espectacular de la ciudad. Todos los edificios iluminados, los puentes se vuelven preciosos y asombra atisbar la enorme extensión y altura de sus construcciones. Una belleza sin duda. Durante el resto de días de navegación, esta se alterna con paradas en lugares visitables como la fortaleza de Shibaozhai, en una colina a la rivera del rio. Las gargantas de Wu y Qutang, angosto estrechamiento de una fluente del rio Yangtsé con farallones a los lados de una altura muy considerable, y a las que solo se accede a través de pequeñas chalupas en las que se ha de embarcar.


Y alternado noches de tertulia a bordo y bajadas a tierra en diversos lugares para visitar, estas sí, pequeñas poblaciones, antes de finalizar el crucero es imprescindible visitar la Presa de las tres Gargantas. El proyecto hidroeléctrico más grande del mundo con esclusas salvables en cinco etapas. Esta presa se ubica en la cercanía de la ciudad de Yichang y dispone de 32 turbinas de 700 MV cada una. Su puesta en marcha afectó a mas de 2 millones personas, ocultando más de 300 pueblos y ciudades, si bien logró detener las inundaciones frecuentes que se producían en épocas de lluvia, y sirvió para asegurar el suministro de agua a muchos de los territorios chinos así como el abastecimiento de electricidad de forma constante. Cabe reseñar que la altura del agua del rio Yangtsé oscila entre los 50 y los 180 metros de profundidad, y que la presa ha logrado amansar la ingente cantidad de agua que atraviesa china, desde su nacimiento en las montañas del Tíbet hasta su desembocadura en Shanghái, un trayecto de casi 6.400 Km.


Desembarcando en Yichang, se ha de recorrer por carretera el trayecto que nos conduce hasta Jingzhou y posteriormente a Wuhan. Es aquí desde donde podremos subirnos a un Tren de Alta Velocidad que nos deposita, tras cuatro horas, en la mítica y también superpoblada Xi’an. Esta ha de ser una parada imprescindible, pues no se ha de pasar por alto la visita a uno de los descubrimientos más grandiosos del pasado siglo. Los Guerreros de Terracota. Descubiertos por agricultores locales en 1974, se estiman en casi 8.000 esculturas de guerreros a tamaño natural y enterradas en una especie de trincheras, y se cree que tenían como misión “velar” la tumba del emperador Qin Shi Huang, quien fue emperador de China en el siglo III a.c., y murió a los 39 años tras haber logrado la unificación de todos los territorios chinos. Se dice que la tumba del emperador está localizada bajo los guerreros, pero que no se ha procedido a su excavación y estudio por estar rodeada de ríos de mercurio, lo cual lo haría muy peligroso. Aun sin la tumba visible, la visión de los guerreros alineados en una extensión tan grande y techada, resulta espectacular para los visitantes que a diario inundan las instalaciones y el museo anexo. Es aquí donde se puede uno maravillar con la observación del formidable carro de bronce, hallado junto a los guerreros y tirado por caballos.


Pero como se ha de continuar, subiremos de nuevo a un avión para culminar el viaje en la capital del país. Beijing (antigua Pekín). Como no, otra gran urbe completamente occidentalizada pero que conserva los vestigios de las antiguas culturas del País. El Palacio de verano, que constituyó el jardín preferido por la dinastía Qing. Utilizado para refugio de los extremos calores del verano pequinés, rodea un hermoso lago artificial con preciosas edificaciones en sus riberas, así como una larga galería en madera policromada de vistosos colores. Incluso alberga un barco de mármol en una de sus orillas y que, evidentemente, no navega, pero hacia las funciones de sala de descanso. También en la capital se puede buscar un momento de relax y disfrutar de un agradable paseo en Triciclo por el barrio de Hutong, que aún conserva el encanto de las antiguas construcciones chinas con comercios tradicionales.


La mítica explanada de Tiananmen es el lugar donde se han producido algunos de los hechos históricos ocurridos en china. Tiene una extensión de más de 400 mil metros cuadrados y se encuentra rodeada por varios edificios oficiales, que le dan un aspecto “soviético” tras la remodelación habida allí en la década de los años 50 del pasado siglo. En un lateral de la plaza, se encuentra la joya pekinesa por excelencia, la Ciudad prohibida. Esta es la denominación usual del Palacio Imperial, al que se accede por la Puerta de Tiananmen y desde cuyo piso superior se anunciaba al pueblo chino la proclamación de los nuevos emperadores, y más recientemente la de la Republica Popular de China por Mao Zedong en 1949. En el interior del complejo se suceden multitud de pequeños palacios y jardines, todos ellos rodeando la impresionante explanada interior del gran palacio, que es donde los emperadores realizaban las grandes celebraciones. En sus costados alberga el Salón de la Suprema Armonía, el de la Armonía Preservada y el de la Armonía Central. También dispone de una bella escalinata de mármol, construida en época de la Dinastía Ming y situada junto al Salón de la Armonía Preservada. También se albergan algunas exposiciones de objetos de las antiguas dinastías, como los objetos de jade del Salón de la Longevidad. Pero hay más, como el Parque Jingshan, el jardín Yuhuayuan, o el Salón del Cultivo Mental. Muchas de estas construcciones podemos rememorarlas con el visionado de la película El Último Emperador, pues muchas de las escenas fueron rodadas en el interior del esta magnífica Ciudad prohibida.


Pero como no se puede ir a Beijing y no visitar la Gran Muralla China, hemos de reservar toda una mañana para ello. Con una longitud de más de 2.700 km, es visible desde el espacio y su misión era únicamente defensiva. Construida con ladrillos y piedra se construyó uniendo múltiples tramos realizados a lo largo de la historia china, dispone de 20 mil torres de vigilancia y 10 mil almenaras y marcaba la separación de la civilización china de las bárbaras tribus nómadas de Asia. Por término medio, tiene una anchura de 6 m y unos 8 m de alto, con una calzada pavimentada en ladrillo. Desde Pekín se puede acceder a visitar varias zonas de la muralla, como la de Mutianyu o Simatai, pero la más cercana y por ello la más visitada es la de Badaling, a 40 km de Pekín y compuesta por los sectores este y oeste tiene forma circular, es la parte mejor conservada y nos hace tener una visión aproximada de “lo que no se ve”. Este es el sector más fácil de visitar y nos llevara entre tres y cuatro horas, salvando grandes desniveles pero que una vez superados, nos ofrece una visión imponente. Eso sí, se ha de sortear la enorme multitud de gente que se apiña entre sus cuestas y torres. Con esta zona nos bastaría para hacernos una idea de la que es la mayor construcción humana de la historia, aunque no estaría de más visitar zonas más alejadas si disponemos de tiempo.


Todo lo aquí reseñado se puede hacer cómodamente en un plazo de dos semanas, con ello tendríamos una corta pero suficiente visión de la china actual. Evidentemente, saliendo a lugares ubicados fuera de los circuitos turísticos, muestra percepción cambiaria notablemente y tendríamos otros elementos de juicio.

China no es un país fácil de visitar, por lo que hacerlo mediante una agencia es lo más recomendable, pero armándonos de valor y de paciencia se podría ver por libre. El visado para acceder a china (90 euros) ha de sacarse con antelación al viaje y tiene una validez de 3 meses desde su expedición. Una vez allí, paciencia. Muy poca gente habla otro idioma que el chino (ni ingles ni nada), con lo que la comunicación con ellos es muy difícil. Suelen ser los chinos bastante maleducados con el extranjero y los ademanes de no hacer ni caso a lo que pides, están a la orden del día. Hoteles de lujo donde nadie habla inglés e incluso pedir agua se convierte en una pequeña odisea. Los Taxis acostumbran a no coger extranjeros, aunque parezca mentira, con lo cual salir de los hoteles para cenar en la noche no es lo más recomendable, pues la vuelta se complica enormemente si pasan de las once, que es la hora a la que cierra el metro. Y no olvidar que la censura del gobierno llega a todos los canales de comunicación, no funciona Facebook, ni Whatsapp, ni Google, con lo que comunicarse con el extranjero se complica un poco. Y “algo absurdo”, la fijación con quitar mecheros en todos los controles de acceso (aeropuertos, estaciones ffcc, museos) es enfermiza, máxime cuando no hay objeción al paso de cerillas.


Las ciudades más representativas, que son las mencionadas aquí, son enormes en extensión, lo que complica grandemente los desplazamientos. Superpobladas con enormes edificaciones de viviendas en altura, única forma de acoger a los muchos millones de habitantes que se agolpan en cada una de ellas. Están atravesadas por múltiples autopistas con una tráfico infernal y atascadas durante todo el día.

En el lado bueno, se ha de reseñar que es un país con una identidad maravillosa, con muy bellos paisajes y unas diferencias étnicas muy marcadas. La modernidad occidental ha calado de forma definitiva en sus ciudadanos. Enormes centros comerciales con todas las marcas occidentales que podamos conocer. El parque de vehículos es muy actual con coches más modernos de lo que podíamos suponer y con mucho aporte de tecnología hibrida o eléctrica. Las motocicletas, todas ellas eléctricas, han sustituido a las antiguas bicicletas. Los aeropuertos son modernos y con una gran capacidad, igual que ocurre con las estaciones de tren, donde los trenes de alta velocidad ya han empezado a recorrer las vías. La limpieza de las calles es bastante sobresaliente y la presencia de papeleras es constante en todas las aceras. Hoteles de grandes cadenas internacionales con mucha categoría y lujo se ubican en casi todas las ciudades, aunque no todos se encuentran en las zonas principales de las ciudades. Y sobre todo restaurantes. Estos están salpicados por todos los rincones, donde la sabrosa comida china da una vuelta más a la que se conoce por estos parajes. Incluso cadenas de comida rápida muy conocidos en occidente, se han ubicado allí también con dudosa aceptación, de momento.


En definitiva, si tienes la ocasión de visitar China, hazlo, pero con mucha paciencia. Luego te gustará más o menos pero lo disfrutarás seguro. Ya no es lo que presumíamos que era, pues el gigante ya despertó, y no tiene vuelta atrás.